Puesto de cocos camboyanos durante el trayecto |
Me asusté un poco al creer que se habían olvidado de parar en mi destino ya que vi un cartel que parecía poner el nombre Kompong Thom. Después de intentar comunicarme con el conductor y el acompañante sin sacarles nada más que unas carcajadas por no enterarse de nada de lo que les estaba hablando/gesticulando, una chica me dijo que lo que habíamos pasado era Kompong Than. Ufff, respiré tranquila, porque si no me tendría que haber parado en medio de la nada. Fui la única que se bajó en Kompong Thom.
Busqué la Guest House Arunras, justo al lado del Hotel con el mismo nombre y enfrente de la parada de autobús. Pagué $5 por una habitación que, si no hubiera sido por los insectos, habría estado genial.
Mi primer objetivo era la fábrica de seda Santuk. Me interesaba ver el proceso completo de la obtención de la seda y la posterior confección de pañuelos. Llamadme loca, pero nunca había visto gusanos de seda antes. Después quería ver un santuario-montaña budista, muy cerca de la fábrica. Así que busqué una moto y acordé con el conductor $5 por un trayecto de unos 40km.
Muestrario con todas las etapas de la obtención de la seda. |
La fábrica de seda Santuk está regentada por un matrimonio (inglés y camboyana). Una vez ahí, me explicaron todo el proceso de elaboración de los pañuelos de seda, desde las larvas hasta que se ven los resultados en un precioso pañuelo. Como curiosidad decir que Camboya no es un gran productor de seda ya que no es lo suficientemente húmedo ¡Menos mal! Por lo que ellos compran a veces las larvas en Vietnam donde las condiciones son mucho mas propicias.
Chica tejiendo un pañuelo de seda |
Otro de los motivos por los que había ido ahí era porque quería comprar algún que otro pañuelo de seda auténtico y comprado directamente al productor, sin intermediarios. Obviamente, la empresa es lucrativa, pero pagando salarios justos a las trabajadoras. Además, ellas cobran un extra por cada pañuelo vendido. Os preguntaréis que cómo saben cuando venden un pañuelo ¿no? Pues bien, antes de salir, hay que enseñar lo que has comprado a las trabajadoras. Reconocen quién lo ha tejido. Los pañuelos cuestan desde $18 a $30 en temporada baja dependiendo del tamaño (que es cuando fui yo). Cuesta mucho elegir uno (o tres en mi caso) porque tienen unos colores preciosos que cambian según haya más o menos luz. Una mujer que tenía una tienda en la capital se llevó unos treinta.
Yo con la chica que tejió mi pañuelo y mi pañuelo |
Después de gastar unos cuantos dólares, me subí de nuevo en la moto para ir el al santuario-montaña Phnom Santuk. La entrada cuesta $2. No tardé mucho en llegar a los pies de la colina y a la larga escalera que me separaba de la cima con, exactamente, 809 escalones. Sin pensarlo demasiado para no darme la vuelta, empecé a subir sin prisa. La barandilla era de piedra decorada a la izquierda por mujeres y a la derecha por hombres (o eso me pareció a mi), todos ellos sujetando una larga cola de serpiente. Haciendo una estimación, habría unos 4.500 hombrecillos y mujerzuelas de piedra. Durante el camino me encontré con un lugareño que apenas hablaba inglés, pero que según él se había enamorado de mi. Tuve que decir que estaba casada y que era fiel a mi pareja. No sé si se lo creyó o no pero me dejó continuar sola.
Escalera al templo |
Una vez arriba, y después de recuperar un poco el aliento, me di una vuelta por el solitario templo. A parte de tres japoneses que bajaron cunado yo subí, no había ningún turista. Ahí estábamos monos, perros, monjes y yo. Así que di un paseo tranquilamente por los numerosos templos que había por ahí. Como no puedo comparar con otros santuarios budistas, me impresionó muchísimo. A parte de sus numerosas pagadas doradas, había un buda tumbado de grandes dimensiones y las vistas eran magníficas. No recuerdo cuanto tiempo estuve ahí arriba. Lo único malo de mi paso por ahí es que se me rompió la cámara. Se cayó cuando estaba el objetivo abierto y no hubo manera de que volviera a funcionar. Así que mi próximo objetivo era comprare una cámara para salir del paso.
Autofoto en el santuario |
Cuando bajé, se acercó el conductor de la moto y me dio un papel. En él ponía que mi conductor original se había tenido que ir, que este otro me llevaría de vuelta y, por supuesto, que le diera los $5 acordados ¡Él no era mi conductor y ni me había dado cuenta! A partir de ahí decidí fijarme mejor en mis conductores, siempre y cuando no llevaran el casco puesto. De camino contemplé una de las imágenes que más me ha gustado de Camboya, el atardecer sobre los campos de arroz. Ese verde tan verde, tan intenso, tan brillante, tan relajante me ha enamorado.
Ya de vuelta al pueblo, miré cámaras de fotos, pero eran demasiado caras para lo malas que eran. Así que decidí esperar a Siem Reap. A la hora de la cena, coincidí con unos de los pocos turistas que había. Eran cuatro amigos ingleses que habían ido a visitar a uno de ellos que vivía en el país. Con ellos cené y tomé las rutinarias cervezas.
Detalle de la escalera |
A la mañana siguiente, me desperté más temprano de lo que acostumbra cualquier mortal en su sano juicio porque el hotel estaba situado justo al lado de la carretera principal y en este país tienen la costumbre de pitar cada vez que adelantan. Así que os podéis imaginar. Adelanté varias horas mis planes y visité muy temprano los templos de Sambor Prei Kuk. Estas ruinas pre-angkorinas datan del siglo VII y se supone que son los templos más antiguos de todo el sudeste asiático. Además valieron de inspiración a los archiconocidos templos de Angkor, sobre todos a los del primer periodo. Se sitúan 30 kilómetros al noreste de Kompong Thom con lo que tenía que coger de nuevo otra moto para que me llevara. No encontré a nadie que me llevara por menos de $6. La entrada a los templos cuesta $3.
Entrando a los templos |
Cuando llegué no había nadie. Seguí el camino que me marcó mi motero y me adentré en el bosque en busca de los templos en solitario. Estos templos se dividen en tres grupos principales. Todos ellos están hechos de ladrillo y se nota el paso de los años y del abandono. Además la naturaleza está volviendo a reclamar lo que es suyo. Con todo esto y el escaso presupuesto de restauración, su estado de conservación no es el que debería de ser. Había varios apuntalados, otros destrozados completamente. Únicamente en uno de ellos había trabajos de restauración.
Uno de los templos mejor conservados |
Me tomé con calma mi paseo. Tenía tiempo suficiente y no había nadie que me molestara. Es un lujo que hay que disfrutar sin prisas.
Panorámica de los templos en medio del bosque |
Aunque estaba sola y no había a quien preguntar, los senderos estaban marcados y no me perdí en ningún momento. A la entrada de cada grupo de templos había una pequeña explicación en inglés y jemer.
León muy bien conservado |
Como no tenía cámara, todas las fotos las hice con el móvil, que me sorprendió gratamente, aunque no tienen la misma calidad. Además, tampoco pude poner temporizador y hacerme fotos, así que me tuve que conformar con un par de autofotos o más conocidas últimamente como fotos tuenti selfies. Ahí descubrí que tenía toda la cara de barro del camino.
Prueba de que realmente estuve ahí con la cara sucia |
Los templos eran budista o hinduístas, dependiendo del rey que los mandó construir. Desgraciadamente no se conoce demasiada información sobre el uso y la historia alrededor de Sambor Prei Kuk.
Detalle de una de las paredes exteriores |
Después de unas tres horas de visita, volví a buscar a mi conductor, que se estaba echando una siesta matutina. Ya de vuelta al pueblo, recogí mi maleta y esperé al microbús con destino Siem Reap. Esta vez, los 170 kilómetros los hicimos en menos de dos horas porque nuestro conductor estaba haciendo pruebas para participar en algún rally de la zona. Creo que ganamos la carrera, no nos adelantó ni Fernado Alonso.
Rodeado de naturaleza |
Sin lugar a dudas, este ha sido uno de los lugares de Camboya que más me ha gustado: por lo inesperado, por lo agradable, por el placer de apartarse de las multitudes y del atosigamiento al turista tan típico de Siem Reap. Además es un muy buen aperitivo para ir abriendo boca a lo que me esperaba al día siguiente en los grandiosos templos de Angkor.
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Tutto
18 diciembre, 2012 at 7:46 amAsí me gusta, saliendose de lo que a uno le mandan, y como suele suceder, siempre se encuentran cosas sorprendentes y mucho más bonitas que en los sitios turísticos. Lo malo es que se te fastidió la cámara, menos mal que están los santos móviles.
En cuanto al sitio es increíble!
Cada vez me dan mas ganas de ir a visitarlo, lo malo es que lo tendré que hacer a espaldas de mi madre, después de tu anterior post.
Saludos.
P.D: Me encanta tu blog
Flavia
19 diciembre, 2012 at 7:57 pmPues no le digas donde hay dengue, porque si no te cierras a muchos países. Y eso pasa muy de vez en cuando, a mi ya no me vuelve a tocar jajaja
Me alegro que te guste
Did.
10 febrero, 2014 at 2:05 pmVaya, tendré que volver a Camboya… jiji
Saludos
http://dianamiaus.blogspot.com.es/
Flavia
10 febrero, 2014 at 2:21 pmSi!! Camboya es un país espectacular, no tan explotado turísticamente como su vecina Tailandia (que todavía no he visitado) y tiene mil y un sitios impresionantes, no solo los impresionantestemplos de Angkor
coleccionando imanes -
25 octubre, 2016 at 4:54 amQué post más chulo! Me ha encantado 😀
Flavia Around the World
25 octubre, 2016 at 5:51 am¡Muchas gracia guapa!