Y otra más que se une a la lista de bloggers de viajes que cuenta las 9 cosas que SÍ sabe hacer cuando viaja. Irene de Mundo turístico se acordó de mi y quiere saber lo que se me da bien cuando viajo. Así que sin más tardar, que sé que estáis impacientes, empiezo a develar mis secretos 🙂
9 Cosas que sí que sé hacer cuando viajo
1. Hablar en el idioma universal
Cuando la gente dice que no viaja porque no saben inglés, siempre les digo que hay un lenguaje que todos conocemos y es casi universal: el idioma de los gestos.
Sí, me he entendido con gente de todo el mundo sin intercambiar ni una sola palabra y seguramente no sea la única. ¡Que levante la mano el que sepa chapurrear este idioma! Creo que veo más de una mano levantada.
Ensayasando mi idioma de gestos en Éfeso |
Tengo unas cuantas anécdotas al respecto, pero creo que la primera que recuerdo fue cuando estaba con unas amigas en Milán y habíamos cogido el hostal más barato de la ciudad. El recepcionista era chino que no hablaba ni italiano ni inglés ni mucho menos español. Así que una servidora le preguntó todo lo necesario con gestos, el hombre me contestó y nos entendimos a la perfección.
2. Desconectar totalmente
Las vacaciones son para eso, para desconectar de tu vida diaria y olvidarte de los pequeños problemas del día a día.
¿Quién se acuerda de casa? |
Cuanto más diferente es el país al que me voy, más me olvido del lugar donde vivo. Puede que por eso la vuelta a casa muchas veces no sea cuesta arriba, sino más bien intentar subir el Everest sin oxígeno. Pero sabes que han sido unas buenas vacaciones cuando vuelves al trabajo y ni te acuerdas de la contraseña del ordenador (y me ha pasado).
3. Sorprenderme (para bien)
Si se pierde la capacidad para sorprenderse, se pierde el sentido de viajar. En cada viaje que hago, hay algo que me sorprende y me hacer querer más. Es una de las sustancias que tiene la droga del viajar.
Atardecer en Santorini |
Me sorprendo cuando veo un hermoso atardecer en Santorini.
Me sorprendo cuando pruebo un nuevo sabor.
Me sorprendo cuando veo una catedral majestuosa.
Me sorprendo cuando contemplo un maravilloso amanecer en Bagán.
Me sorprendo cuando admiro el diseño de los edificios en Copenhague.
Me sorprendo cuando vuelvo a Lerma, a la villa que creo conocer al dedillo, y descubro un detalle nuevo.
Me sorprendo cuando voy a una ciudad de Bulgaria sin saber muy bien que encontrarme y descubro la preciosa Plovdiv.
Me sorprendo sorprendiéndome de ver animales en Masai Mara.
Me sorprendo al contemplar Las Médulas.
Y como veo que el mundo todavía tiene la capacidad de sorprenderme, no dejo de viajar.
4. Encontrar ese rincón donde podría vivir
No siempre me pasa, pero en muchos viajes encuentro un rincón o una ciudad en la que no me importaría para nada vivir durante una larga temporada.
Me ha pasado con Copenhague, donde viviría en casi cualquier lugar de esta ciudad.
Estambul me hipnotizó hasta tener la necesidad de volver lo antes posible.
La que podría haber sido mi casa en Battambang |
Encontré una pequeña casa camboyana que se vendía en Battambang donde no me hubiera importado para nada reformar y quedarme ahí. Había un número de teléfono al que llamé pero nadie contestó. Si me hubieran cogido, quizás ahora estaba escribiendo esto desde el antiguo imperio Jemer. ¿Os imagináis?
Soñé con quedarme en Lamu y vivir en ese paraíso keniano preocupándome simplemente de ser feliz.
5. Dormir en cualquier sitio
Viajar y dormir no se suelen llevar bien, por lo menos en mis viajes. Así que como siempre he sido una buena dormilona y necesito mis horas de sueño, he desarrollado la capacidad de dormir en cualquier sitio, ya sea una cama con clavos, el suelo con ascuas al rojo vivo, una barca rodeada de tiburones, un autobús por una serpenteante carretera o los muy temidos aviones.
Cuando alguien interrumpe mi sueño… tengo mal despertar |
No hay superficie lo suficientemente incómoda para que por lo menos no pueda dar una cabezada. Aunque si viajas con personas que no cogen el sueño con tanta facilidad a veces me siento un poco culpable, otras no me dejan dormir (¡ay la envidia qué mala que es!) y pueden pagar las consecuencias de mi mal despertar.
6. Llevar poco equipaje
He ido aprendiendo con los años, como casi todos los que somos asiduos a viajar. Al principio me llevaba muchos porsiacasos que nunca utilizaba y a la vuelta me prometía que no los iba a volver a llevar.
Con mi mochila por Brujas |
Así que cuando aprendí a ser realista y llevar solo lo necesario, me he ahorrado cargar con muchas maletas y mochilas. Ya hace mucho que no facturo una maleta (exceptuando en navidades cuando voy a casa o a la vuelta de algún viaje por los extras que he comprado ahí).
7. Perder o romper cosas
¡Que gran habilidad! Seguro que todos me tenéis una envidia … Desde que viajé a Camboya en el 2012 no hago más que romper o perder algún objeto relativamente valioso.
En Camboya rompí mi cámara de fotos cuando se cayó mientras me hacía una foto con temporizador (cosas de viajar sola)
Última foto con la cámara den Perú |
En Perú volví a romper la cámara (la había comprado en Camboya para reponer la rota) cuando hacía sandboarding. Sí, ya sé que fui un poco tonta.
En Myanmar perdí mis gafas de ver ¡Si MIS GAFAS! Menos mal que tenía lentillas de sobra. Y además casi rompo mi cámara reflex… (la que me había comprado en sustitución a la que había roto en Perú)
En Indonesia ¿qué perderé? ¿La cabeza?
8. Preguntar
Si estoy más perdida que un pulpo en un garaje, pues no me da apuro preguntar una, dos o tres veces. Hay gente que por no quedar de foráneo, esta diez horas dando vueltas hasta encontrar el sitio. Aunque he de decir que mi orientación no es mala y si tengo un mapa puedo llegar a cualquier lado.
Todos los caminos llevan a Roma o a donde quieras llegar |
Con preguntar me refiero también a saber por qué están esas flores raras colgadas por la calle, por qué hoy todos visten de verde, por qué … hay veces que parezco un niño de seis años.
9. Quedarme con lo positivo
Lo malo de los viajes o lo olvido o lo convierto en una anécdota en un plis plas.
Si hago que los vendedores de cámaras se hagan ricos a mi costa, se me olvida.
En un hospital de Camboya |
Si se rompe el cristal del autobús mientras vamos de camino a Arequipa y está nevando, pues me río.
Si me pica la mosquita del dengue, me tiene ingresada en el hospital, pasando por la UCI y con transfusiones de sangre. Pues oyes no fue para tanto ¿no? Ahora tengo un bonito tatuaje en mi pierna que luzco como herida de guerra.
Y para terminar, no voy a nominar a nadie. No porque no quiera seguir con la cadena, que me encanta leer estas cosas de otros bloggers, sino porque no sé a quien nominar jijiji. Si alguien quiere, acepto voluntarios.
la cosmopolilla
14 julio, 2015 at 4:02 pm¿Llamaste para comprar una casa en Camoya? Ja ja ja ¡me parto de risa contigo! Ay, imagina que te la venden por 20 euros o algo así, dónde estarías ahora…
Un abrazo de la cosmopolilla, me gusta que nuestra amiga de Mundo Turístico hiciera sus deberes y te nominara a ti (a ella la nominé yo je je je)
Flavia Around the World
14 julio, 2015 at 7:00 pm¡Si!¡Llamé! Ya me imagina mis días en Battambang con mi bici dando paseos y leyendo, escribiendo en el blog o aprendiendo jemer en una hamaca a la sombra de un árbol y con una cerveza angkor en la mano jajaja no suena mal ¿verdad?
Un beso,
Flaiva
Marga
11 abril, 2016 at 10:54 amHola, me ha resultado muy amena la lectura, aunque lo de la picadura del mosquito fue algo más serio, que miedoooo… Si me quieres retar estaré encantada
Flavia Around the World
11 abril, 2016 at 7:51 pm¡Gracias Marga!
El mosquito era un Flavivirus, así que estábamos destinados a encontrarnos 😛
¿Te atreves con el reto? El post ya tiene unos meses, pero me encantaría leer el tuyo 😉
Un saludo,
FLavia